La enfermedad hemorrágica del conejo: en 1998, cuando era apreciable cierta
recuperación de la población de conejos, se detectó la aparición de la EHV del
conejo, que produjo la mortalidad del 60% de la población de esta presa del
águila. Ello repercutió en el descenso del número de parejas de águila y en la
reducción del éxito reproductivo. Hoy en día las poblaciones de conejo se
recuperan lentamente, pero constituye un factor limitante para el desarrollo
del águila las zonas sin abundancia.
Los tendidos eléctricos: las águilas, especialmente las jóvenes e
inmaduras, cazan a sus presas al acecho. Para ello utilizan posaderos o
atalayas de caza desde donde otear a especies terrestre, cuando es probable que
al despegar o aterrizar en la torreta contacte con los cables conductores y se
electrocute. Estos accidentes ocurren con más frecuencia en otoño, cuando hay
mayor abundancia de individuos jóvenes.
El uso de venenos: es la segunda causa de mortalidad,
incluye la ingestión de un cebo envenenado o de una presa envenenada por un
cebo. Los venenos se utilizan principalmente para eliminar zorros, ilegalmente.
Pesticidas: son muy resistentes a la degradación
ambiental, y tienden a bioacumularse según asciende la cadena trófica del
ecosistema. El insecticida DDT a partir de los años 40 fue la causa de la
reducción de numerosas poblaciones de aves rapaces.
El Aguila
imperial es hoy día una de las aves mejor conocidas y una de las especies
amenazadas más emblemáticas. A ella se dedica un gran esfuerzo, invirtiéndose importantes
recursos para su gestión y recuperación. A pesar de haber aplicado durante más de una
década diversas medidas de conservación, aún no han sido resueltos
satisfactoriamente problemas importantes para la especie, como son las causas
de mortalidad derivada de actividades humanas, la pérdida de hábitats de
calidad y la falta de incentivación para la conservación de la especie. Por
ello, su población no han conseguido alcanzar unos mínimos niveles de seguridad
en las tres últimas décadas.
Aprovechando
el momento de revisión del Plan Coordinado de Actuaciones y el proceso final de
elaboración de los Planes de Recuperación llevado a cabo por las Comunidades
Autónomas, a la luz de la experiencia y de los conocimientos adquiridos, y
considerando que la actitud social hacia la especie y el conocimiento de su
problemática han mejorado, incluso en el medio rural, parece oportuno abordar
el establecimiento de una Estrategia conjunta, que a modo de criterios
orientadores perfile el contenido de dichos Planes. En esta línea, la Comisión
Nacional de Protección de la Naturaleza, en la reunión celebrada el 25 de
febrero de 1999, acordó que estos criterios deberían estar recogidos en un
documento más amplio denominado Estrategia de Conservación.
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